Las manifestaciones culturales, huellas del pasado, adquieren aquí un sabor característico marcado de forma especial por dos acontecimientos destacables aunque, evidentemente, no son los únicos en la importante Historia (e incluso Prehistoria) de Quiroga marcando el Patrimonio Cultural que el Ayuntamiento de Quiroga te ofrece:
EL PALEOLÍTICO.
La mejor fuente para explicar los restos de los artefactos líticos en el lugar conocido como «A Gándara Chá», en la parroquia de A Ermida del Ayuntamiento de Quiroga, es acudir al informe de las acciones arqueológicas preventivas del año 2007, redactado con motivo de las obras de mejora de la carretera de Quiroga a Folgoso do Caurel.
El yacimiento de «A Gándara Chá» se sitúa en un lugar estratégico ya que era una zona natural de circulación (era la vía de penetración lógica desde la Meseta) y su elevación permitía controlar visualmente el tránsito de los grandes herbívoros por las Riberas del río Sil. con sus derivaciones primero hacia el río Quiroga y, después, hacia el río Ferreiriño.
Ante a ausencia casi total de abrigos o cuevas naturales en esta zona, los homínidos tenían que vivir en asentamientos al aire libre. Las herramientas descubiertas en el lugar son la principal evidencia de estas primeras ocupaciones humanas de la zona.
Ante la aparición de núcleos y restos demuestra que allí se llevaron a cabo trabajos de talla, así como la presencia de instrumentos (raedeiras, denticulados, cuchillos de dorso, bifaces circulares) indica que también se desarrollaron otro tipo de actividades de carácter más doméstico.
El conjunto de la industria lítica se ha creado usando los abundantes cantos de cuarzo y cuarcita que recogían en las riberas del río y transportaban hasta este lugar cercano a «A Ermida».
NEOLÍTICO: EDAD DEL HIERRO.
Aparecen catalogados, a día de hoy, 12 asentamientos castrexos en las parroquias Vilar do Lor, Hospital, Fisteus, Pacios da Serra, Augasmestas, Sequeiros, A Ermida y Quiroga, de los que, sin duda, los más significativos son:
CASTRO DE BARREIRO, en la Parroquia de Hospital del que proceden las 17 hachas de talón fabricadas en bronce, de doble asa y de un solo anillo, depositadas en el Museo Provincial de Lugo, que fueron encontradas en Agro Vial situado en Carballo. Este, y otros de los que solamente se conoce el substrato romano, se convirtieron en asentamientos de carácter defensivo ya que la mayoría se puede vincular a la defensa de las rutas por las que transportaban el oro y otros tipos de minerales procedentes de las cuencas de los ríos Sil, Lor, Soldón, Selmo y el mismo Quiroga.
Machetes de bronce procedentes de la zona del Castro de Barreiro entre Carballo de Hospital y Campos de Vila.
-EL CASTRO DE PENADOMINGA. Situado en los contrafuertes de la Sierra de Bendollo y situado en un marco incomparable. De cronología a caballo entre la Edad del Hierro y la posterior ocupación romana y tardo romana.
Seguramente el abrupto de las tierras de Quiroga, la riqueza de sus valles, la presencia de numerosos minerales interesantes en sus montañas y las áreas de oro que arrastraba con abundancia el río Sil, sirvieron de pretexto para el establecimiento en muchos puntos de sus riberas de pequeñas y grandes minas como la de Montefurado y Quiroga; que les obligó a levantar algunos asentamientos defensivos caracterizados por la presencia en su estructura de una torre, usando los puntos más escarpados y propicios de cara a la vigilancia del transporte de las riquezas y la defensa de las mencionadas explotaciones.
Uno de estos asentamientos, muy bien podemos situarlo emplazado en unas prominentes rocas existentes entre las parroquias de Bendollo y Bendilló, aprovechando la estructura natural de la piedra de Penadominga. Este macizo rocoso linda al norte, con Bendollo, al sur con Bendilló, a este con el alto de Porvide e al oeste con la fuente da Moura.
Su posición estratégica y dominante, la configuración de su estructura, y la particularidad de que se conservan restos de sus murallas con imponentes paredones de mampostería, nos lleva a pensar que, efectivamente, estamos delante de uno de los denominados «Castelos de Rocha».
Lo que podemos considerar como torre vigila del conjunto fortificado, se asienta directamente sobre una pena de unos 100 metros de largo por unos 20 de ancho, con una altura sobre el macizo rocoso de 20 metros, en su parte más elevada del frente exterior y de 15 en el posterior. Sobre esta posición natural, se constató la evidente presencia de una zona de tierras de cultivo en la que se descubrieron recientemente, variados e importantes objetos de hierro y bronce correspondientes a las épocas tardo romana y visigótica entre los que figura un considerable número de monedas. fragmentos de barro, tégulas constructivas, fragmentos de cerámica decorada, y un considerable número de broches de cinto, brazaletes y demás adornos personales de las dos épocas.
También, en función de los restos encontrados en la superficie, se constata una habitación permanente y continuada del emplazamiento, teniendo en cuenta la presencia de una serie de piezas que fueron empleadas para trabajar: martillos, escoupros e gubias, fabricadas en hierro.
Todas estas piezas, tanto adornos como herramientas, están depositadas desde hace años en el Museo Provincial de Lugo.
Otra de las piezas de este yacimiento que merece una mención especial, es un pequeño bloque de pizarra, de 47 x 32 cm, que presenta en una de sus caras un dibujo grabado que ocupa en el centro de la misma una superficie de 18 x 19,5 cm. No es fácil ofrecer una explicación definitiva sobre el significado de esta representación, pero todo conduce a que se trataría de un sencillo diseño de la planta del castillo, ya que no es la primera vez que en piedras aisladas o en grandes piedras, se encuentran grabados con este significado.
GENERALIDADES
La verdadera conquista militar romana de estas tierras comenzó también con las llamadas Guerras Cántabras, iniciadas definitivamente por Augusto en el año 29 a. C y que concluyen en el 16 a. C. Una vez finalizado el sometimiento de los pueblos indígenas del noroeste, después de 200 años de presencia de los romanos en la Península, el proceso colonizador se extendió durante más de un siglo, convirtiendo esta zona en un inmenso coto minero romano.
VÍAS DE COMUNICACIÓN.
Resulta evidente que no se pueden estudiar, por separado, la ocupación romana de las zonas de Quiroga y O Caurel; uno de los motivos de esta ocupación, es decir, las explotaciones mineras y las vías de comunicación así parecen indicarlo.
Según se demostró claramente el progresivo desarrollo de las explotaciones auríferas romanas, avanzan desde la parte baja de los valles, donde están los yacimientos aluviales de oro secundario, hasta alcanzar las zonas altas y montañosas, en las que se explotaban los yacimientos de oro primario, la «Piedra Madre» del mineral. Obviamente este desarrollo implicaba a su vez un sistemático trabajo de prospección en el mismo sentido (del valle hacia la montaña). En esta zona los elementos están claros con la existencia de gran cantidad de explotaciones auríferas romanas sobre yacimientos de oro secundario (aluvial) en las zonas más cercanas al valle del río Sil y también en el propio valle del río Lor.
De lo anterior puede deducirse que el camino seguido por los romanos para alcanzar «O Caurel», tuvo que partir de la vía XVIII del itinerario de Antonino, que unía Astúrica Augusta con Brácara Augusta a través de las actuales provincias de León, Lugo y Ourense. Esta vía cruza el Sil a la altura del yacimiento de «A Cigarrosa», al otro lado de Petín, donde se situó la mansión Foro. Desde aquí, el camino de penetración seguiría aguas bajo el valle del río Sil, en cuyo recorrido encontramos numerosas explotaciones auríferas aluviales, hasta la confluencia con el río Lor, en Augasmestas, donde también podemos constatar la presencia de numerosas explotaciones del mismo tipo. A partir de aquí los romanos presumieron la existencia de los yacimientos primarios do Caurel. Avanzando por la cuenca del Lor encontraron el yacimiento aurífero primario de «A Ermita de Castro Portela». Más adelante los aluviones de Froxán les indicaron la existencia del mineral aurífero aguas arriba del río Lor. De esta forma llegarían al material primario en explotaciones como la Mina da Toca, ya en el Ayuntamiento do Caurel. En ese momento, a cuenca del Sil a su paso por el Ayuntamiento de Quiroga, tiene una doble importancia para los romanos: por una parte, de las áreas arrastradas por este río y del resto de yacimientos secundarios, obtuvieron una gran cantidad del preciado mineral; y por otra, sirvió para comunicar o Caurel con la red oficial romana del NW peninsular.
MINERÍA AURÍFERA ROMANA.
Roma explotó intensamente las riquezas minerales de Galicia siguiendo las indicaciones del procurador metallorum, figura que miraba por los intereses del imperio y empleaba mano de obra foránea compuesta por miles de esclavos, lo que muestra un gran sentido político, que realizaron importantes obras aún vistas desde la perspectiva actual; la explotación de las Medulas de Carucedo y la desviación del lecho del río Sil mediante el túnel de Montefurado en Quiroga, son buenos ejemplos. De aquellas y para hacernos una idea, Plinio o Vello calculó que a finales del siglo I d.C, Roma recibía anualmente del NW peninsular cantidades de oro del orden de las 6 Tm.
La profunda huella del mundo romano se hace patente en la actualidad cuando observamos el impresionante legado arqueológico de esta época, compuesto en Quiroga por un complejo tejido de más de treinta explotaciones mineras de distintos tipos y una veintena de asentamientos fortificados relacionados con la actividad minera.
Atendiendo a su tipología, las explotaciones auríferas se puede dividir en dos grandes grupos:
–Explotaciones sobre yacimientos primarios: realizados para obtener minerales auríferos encajados en la piedra. Los sistemas de extracción realizados en estos yacimientos pueden ser: trincheras, cortas abiertas al aire libre, y minería subterránea por pozos y galerías. Las minas de Paradas en Vilarmel, Forgasy la Veneira en A Seara y Vieiros, son ejemplos de este tipo de explotación.
–Explotaciones sobre yacimientos secundarios: son las realizadas sobre aluviones fluviales o sedimentos que contienen oro procedente de los yacimientos primarios. En estos yacimientos las labras se realizan siguiendo, entre otros, los siguientes sistemas de explotación: lavado por batea de los aluviones fluviales (como se realizó en Montefurado hasta épocas recientes), desviación del cauce del río (el Túnel de Montefurado y el ejemplo más significativo de la Península Ibérica), sistema de conchas de erosión (método empleado en las minas de Sequeiros y Santa Andrea) y las cortas de minado, también denominadas «Arrugia» o «Ruina Montium»; consistentes básicamente en excavar en el terreno una red de galerías tanto verticales como horizontales comunicadas entre sí, en las que se introducía, una vez finalizadas, una gran cantidad de agua para que entre la presión ejercida en las paredes de las galerías, la fuerza del aire que comprimía y el amo de la tierra, acabará tirando el terreno y produciendo una mezcla de barro, piedras y agua, que conducían hasta los canales de lavado una vez retirados los cantos rodados. Las piedras retiradas se acumulaban todas juntas originando los característicos depósitos de áridos que a día de hoy conocemos con los nombres de «medos» o «muradellas». En los grandes complejos mineros de Quiroga (o Toucedo, o Regueiral, as Medas, Secide, etc), Covas (Augasmestas) y Margaride, se utilizó, como método predominante de extracción, este sistema de explotación.
Como dato curioso e ilustrativo de la importancia que tuvo el beneficio del oro a lo largo de la Historia, caben destacar las observaciones hechas en su trabajo por el geólogo alemán Guillermo Schultz, que recorrió Galicia durante los años 1.832 y 1.833, descubriendo la presencia de las denominadas «aureanas»; mujeres que se dedicaban a la obtención de oro por batea en la cuenca do Sil a su paso por Quiroga, sobre todo en Montefurado.
EL PUENTE BIBEI. VACARIZA. PARROQUIA DE ENCIÑEIRA.
Puente romana de tres vanos de diferente luz, construido en tiempos del Emperador Trajano (114-119 d. C.). Conserva la mayor parte de su fábrica primitiva. La singularidad de este puente construido para el paso de la «Vía Nova», que junto con el Puente Freixo constituyen los dos únicos ejemplos de puentes romanas finalizadas en Galicia, nos permite un estudio detallado del mismo, en el que el lugar para el cruzamiento del valle encajado del río Bibei, y la perfecta geometría y características constructivas con las que el puente salva el paso sobre el río, nos pone en contacto con los condicionamientos técnicos que tuvieron en cuenta los ingenieros romanos en su construcción.
La elección adecuada del lugar para el cruzamiento del río Bibei, se manifiesta porque con este emplazamiento la «Vía Nova» salvaba el cruce del río Xares y del arroyo de Manzaneda, que ofrecía dificultades por la naturaleza del terreno, permitiendo además desde aquí poder desarrollar la subida hasta Larouco.
En el emplazamiento elegido para su situación las rocas aparecen en la superficie, siendo el fondo del lecho bastante uniforme, con una altura del orden de los 3 m, por debajo del arranque de los cuencos, de tal forma que en la desembocadura la fábrica de estas queda totalmente libre. En su construcción por tanto prácticamente pudieron evitarse los taludes.
La rasante del puente vino condicionada por la necesidad de desagüe del caudaloso río Bibei, que en este tramo discurre fuertemente encajado. Sin necesidad de realizar cálculos más ajustados, el testimonio de los vecinos del lugar que recuerdan grandes crecidas es suficiente para demostrar que los romanos no sobredimensionaron ni la altura ni la capacidad de desagüe del puente.
Se trata por lo tanto de un puente romano que conserva su fábrica primitiva e por el que en la actualidad pasa la carretera N-120, mostrándonos cómo el trazado viario realizado por los romanos para atravesar el encajado valle del río Bibei, sigue siendo válido diecinueve siglos después, posiblemente su adaptación al tráfico rodado actual le permitió su inmejorable estado de conservación.
EL TÚNEL ROMANO DE MONTEFURADO
De todos estos restos que nos han llegado, destaca por su importancia y grandiosidad, el «Túnel de Montefurado», principal elemento de un gigantesco complejo minero contemplado como uno de los grandes logros de la ingeniería romana. En esta ocasión la base principal de los trabajos consistió en desviar el curso de la corriente en un tramo que coincidía con un amplio y acusado meandro arenoso, que de esta forma quedaría libre para recoger más rápido y con mayor facilidad de su lecho desecado las arenas de oro que arrastraba y aún arrastra el legendario río.
Una serie de investigaciones para la confección de una memoria presentada en el año 1.995 para conseguir la declaración del «Túnel de Montefurado» como «Bien de Interés Cultural Nacional», revelaron que el emblemático túnel quirogués construido por los romanos a inicios del siglo II d.C, durante el mandato del gran Trajano, es el túnel artificial de mayores dimensiones y más antiguo de los abiertos en la Península Ibérica y uno de los pocos realizados por los romanos en todos los territorios que llegaron a ocupar.
La reconocida «auri sacra fames», que caracterizó a la administración romana, hizo que esta no se detuviera delante de las dificultades impuestas por la naturaleza, aún cuando, como en el caso de Montefurado, necesitaron cambiar el curso de un gran río para beneficiarse del oro de sus arenas. Para materializar el proyecto, se perforó el macizo rocoso con un hueco lo bastante grande como para que cogiera todo el caudal. Las dimensiones del túnel, sobre las que mucho se ha especulado, dan una idea del colosal esfuerzo realizado; tenía una longitud aproximada de 120 m, hasta el derrumbe accidental provocado por una crecida en el año 1.934, que lo dejó reducido a los 52 m abovedados que tiene en la actualidad. La anchura media ese de 20 m, y la altura también está próxima a los 20 m, de los que 12’5 se encuentran bajo el agua aunque en la actualidad despues de haber tenido que elaborar una topografía del fondo se puede observar una importante acumulación de canto rodado en la embocadura de entrada y de grandes bloques en la de salida.
Parece indudable que las dimensiones de esta empresa requiere la presencia de un importante número de trabajadores; sobre el emplazamiento de los mismos las noticias son mínimas o nulas y las que hay parecen responder más a la leyenda que a la realidad. Segundo Madoz, en la aldea de Sesmil (a la que daría nombre Seismil), actualmente perteneciente a la parroquia de Santa Isabel de A Enciñeira al sur de Montefurado, señalal a tradición que sería el lugar donde se asentaría la legión que supervisó los trabajos de perforación y posterior beneficio minero. Constaría el contingente de 6.000 hombres, dando por lo tanto origen al topónimo. Topónimo, que por otra parte, se originaría según Nicandro Ares Vázquez («Toponimia do Concello de Quiroga.» LVCENSIA. Nº12-LUGO, 1996) como antropónimo gótico Sisimirus/Sesmirus. Conjeturas a parte, resulta una creencia popular encantadora y no se puede juzgar de imposible: la aldea de Sesmil está próxima y domina toda la explotación minera y no podemos olvidar los testimonios de varios vecinos que hablan de la existencia de «especie de sepulturas» con sus correspondientes lápidas en lugares dedicados al cultivo del viñedo.
Probablemente el inmenso hueco, hoy de formas suavizadas por la acción del agua durante algo más de 1800 años, fuera excavado usando la denominada «Técnica del Fuego», consistente en calentar a roca hasta conseguir temperaturas muy altas para después enfriarla con agua y que la búsqueda del cambio térmico rompiera fácilmente y de inmediato el macizo rocoso, para redondearlo posteriormente con herramientas metálicas, cuyos golpes se pueden observar a día de hoy en algunos puntos.
EL COMPLEJO SISTEMA DE FUNCIONAMIENTO DE LA MINA AURÍFERA ROMANA DE MONTEFURADO AL DESCUBERTO.
Gracias al impresionante trabajo de digitalización de publicaciones antiguas llevado a cabo por la Biblioteca Cervantes, a la que, ahora podemos acceder online y cómodamente a través de los buscadores, el material que hace unos años resultaría dificilísimo de encontrar. En aquellos momentos, como producto de la inquietud investigadora encontramos un documento, que aunque debemos analizarlo con cautela por la imprecisión de algunos datos, revela cómo sería el contorno próximo al «Túnel de Montefurado» antes de las obras de la N-120, que dañaron la zona seriamente sin dejar documentación escrita y gráfica para los posteriores estudios del funcionamiento de este complejo sistema minero.
Datos obtenidos de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, documento del Semanario Pintoresco Español del 25 de mayo de 1851, firmado por J.R. Figueroa.
“(…) Tres son principalmente los que deben admirarse en el Montefurado. La primera las grandes represas, cuyos vestigios se conservan hechos para contener el desvordamiento de las aguas y facilitar los trabajos sucesivos; la segunda el canal ó alveo de 3200 pies de longitud, 70 de latitud y 50 de profundidad, abierto en las rocas para conducir las aguas al pie del monte, y tercero el estanque llamado la pesquera formado para recibir las aguas á la salida del mecionado monte por la parte que mira al poniente, este estanque tiene desde la boca del tunel á la otra orilla sobre 1000 pies, por 1200 de anchura. El monte medido desde una á otra boca por la parte exterior, da un resultado de 1700 pies superficiales, y la bóveda ó galeria una tercera parte. La altura de esta medida en los meses de verano desde la flor del agua es de 30 ó 40, y desde esta al fondo de 30 ó 70, según está mas ó menos atascado el canal por el arrastre continuo de las arenas. En dicha época del año se ve un botabanco ó cornisa de dos pies de anchura que corre á lo largo de la bóveda por ambos costados, en los que se encuentran cinco puertas dos en el uno, y tres en el otro, que daban paso a otras tantas galerías subterráneas, que al presente se hayan atascadas á escepcion de dos, cuyas salidas reconocen los prácticos á larga distancia del rio, sin que puedan determinarse los usos para que fueron construidas, á no ser para evitar en las grandes avenidas el retroceso del río á su antigua madre, como sucede al presente, á pesar de que es muy raro el año en que las aguas dan la vuelta completa (…)”.
EL CASTILLO DE A VEIGA.
Otro de los puntos de este contorno, que también se puede considerar integrante del complejo minero de Montefurado, es la famosa torre o fortaleza que coronaba el saliente rocoso por encima del Túnel. Los restos romanos de esta zona siempre fueron incluidos en el catálogo de Patrimonio Arqueológico. De ahí que, siempre nos preguntamos por la existencia de una estructura fortificada con Torre grande, que encontramos en la cultura popular y también en el escudo antiguo del Ayuntamiento de Quiroga (una torre sobre un monte furado). Su existencia, si no se confirma plenamente, recibe un nuevo empujón con la aparición de un dibujo del natural del «Túnel de Montefurado» de D. José Cappa, dentro de los paisajes de Galicia publicada en la serie «La ilustración Española y Americana», que nos ofrece una visión espectacular de como sería el aspecto del túnel y su estructura que lo coronaba en el año 1887.
Por si fuera poco, también en el documento del Semanario Pintoresco Español del 25 de mayo de 1851, firmado por J.R. Figueroa, podemos leer: “(…) Corona una de las crestas del monte un fuerte de construcción no muy antiguos. En nuestra guerra peninsular, sirvió de asilo y de punto de defensa a los que cambiaban de la noche a la mañana la hazada por el fusil; hoy solo sirve como punto de meditación y de descanso a cuantos cruzaban los Valles de Quiroga para contemplar el magnífico espectáculo de monte Furado”.
Esto explicaría las múltiples referencias que recogemos en la bibliografía a lo largo del tiempo, referida a la existencia de una torre en entrada de las tierras de Quiroga siguiendo el curso del río Sil.
CONTORNO MONTEFURADO.
Además de las importantes tareas para el aprovechamiento de las áreas arrastradas por el río, nos encontramos, en el contorno del antiguo lecho, otro tipo de prospecciones de menor importancia y que normalmente pasaron desapercibidas. Los restos de las labores mineras menores se encontraron completamente sepultadas por la vegetación acumulada, aún así aparecieron varias galerías de mina abandonadas a los pocos metros de su inicio. Alguna de estas catas parecen indicadas en un impreciso esbozo del «Túnel de Montefurado» realizado por Manuel Amor Meilán en su apartado de la «Xeografía do Reino de Galicia».
En la zona de Montefurado la actividad minera no se reduce solamente al contorno inmediato del túnel; existen varias explotaciones auríferas sobre aluvión, de distintas proporciones y de adscrición cultural romana. Resultaría prolijo realizar un análisis pormenorizado de cada una de ellas, pero como complemento cabría citar las más destacables.
En O Ermidón, parroquia de Montefurado, hay restos de una explotación sobre aluvión en una zona muy alta y en la que aún se pueden apreciar perfectamente las técnicas de extracción usadas. En el lugar conocido como A Veiga, se localiza una explotación similar a la anterior.
El mismo pueblo de Montefurado se asienta sobre un complejo minero de considerables dimensiones.
Un poco más alejado, pero dentro del mismo área, en la parroquia de Vilanuide aparece la explotación de A Cabeza, y pegadas al río otras dos, una de ellas de considerables dimensiones. También en Albaredos y Sesmil, podemos observar restos de explotaciones del mismo tipo.
Ligados al desarrollo de los trabajos de esta intensa actividad minera existía una red de asentamientos fortificados de tipología castrexa. Bajo el lugar de O Ermidón (parroquia de Montefurado) justo encima de la boca del monte, encontramos un yacimiento, en buenas condiciones de conservación. En Anguieiros (parroquia de Montefurado), aparece un asentamiento tipo castro, de considerables dimensiones, emplazado sobre un pequeño castiñero en el que aún se pueden contemplar espectaculares socalcos. También en Vilanuide existe un asentamiento de características similares.
A honda huella del mundo romano es visible en la actualizad en el rico patrimonio arqueológico de la comarca quiroguesa. Se trata de un tejido minero compuesto por 66 explotaciones de distintos tipos, acompañadas por una veintena de asentamientos fortificados ligados a la minería.
TÚNEL ROMANO DE PENAFURADA (PARADASECA).
Quitando la zona aurífera de Montefurado, otro de los mejores ejemplos en el Ayuntamiento de Quiroga, en cuanto a la minería, es el área minera romana de Penafurada (Paradaseca).
Al lado del camino Ferradal o de A Caleira, por el que se transportaba el mineral a la herrería de A Gorgueira de Paradaseca, aparece esta importante área minera; aquí aún se puede ver el pequeño túnel excavado en el saliente rocoso para no interrumpir el canal por el que los romanos llevaban agua para sus explotaciones mineras del curso bajo el río Soldón e incluso del río Sil (Sequeiros). Además, desde este hermoso paraje natural se pueden contemplar dos pequeñas explotaciones auríferas en el otro lado del río Soldón. La zona está equipada con tres paneles interpretativos de la minería romana, del camino Ferradal y de los elementos etnográficos que contiene la ruta.
LAS PRIMERAS COMUNIDADES DEL CRISTIANISMO EN GALICIA
La antigüedad de la implantación del cristianismo en la Comunidad Gallega, viene marcada por el llamado «Crismón de Quiroga» pieza fechada entre finales del siglo IV e inicios del siglo V, procedente del santuario de la «Virgen de los Remedios de A Ermita», en el que, a juzgar por varias piezas como el capitel incrustado en la sacristía y las bases de columna que hoy actúan como pilas de agua bendita, podría haber existido en el mismo lugar, o en las cercanías, una basílica o un mausoleo romano.
En la actualidad no se puede hablar de la existencia gallega de núcleos cristianos fuertemente arraigados hasta el siglo IV. Nos albores, el proceso de cristianización hay que vincularlo a los centros de población más importantes, no obstante, hay que tener en cuenta el hecho de que la mayor parte de los habitantes se asentaban en lugares marcadamente rurales, extremo que dificulta una adecuada expansión de este nuevo pensamiento religioso.
Las huellas artísticas que, por el momento, podemos valorar de los primeros tiempos de la cristiandad son muy escasas y no permiten precisar sobre las posibles áreas de expansión del cristianismo en Galicia, la intensidad del fenómeno, el nivel cultural y artístico de estas comunidades, etc.
A nivel artístico podríamos decir que, dentro del siglo IV, la producción paleocristiana se extiende en un conjunto romanizado, y unido, a núcleos de población donde la romanización está más afirmada.
O CRISMÓN DE A Ermida.
Una pieza clave en el estudio de la producción artística y el contexto paleocristiano en Galicia, es el denominado «Crismón de Quiroga», perteneciente a la Iglesia Parroquial de Santa María de A Ermita.
Según numerosas referencias bibliográficas, hasta 1.887, esta pieza realizaba la función de ara en el altar mayor de la iglesia de «Nuestra Señora de los Remedios de A Ermita», y se desconoce desde cuando tenía esta función. Con el paso del tiempo, la «piedra» asumió un valor mágico entre la gente; hasta tal punto que los fieles de la comarca, furtivamente, rasparon el crismón para hacer ungüentos mágico-medicinales con las partículas obtenidas. Habría que buscar en esta circunstancia el motivo por lo que en 1.887 se retiró del altar para protegerla de esta mal entendida y desviada espiritualidad, a la que cabe culpar de los pequeños deterioros que muestra la pieza en la actualidad. En el año 1.925 pasó a formar parte de los fondos del Museo Diocesano de Lugo, convirtiéndose de esta forma en la pieza más valiosa y valorada por tratarse de un ejemplar único en el mundo de la cristiandad.
La pieza de la que estamos hablando es un gran disco de piedra, de 95 cm de diámetro, y de 6 cm de grosor, realizado en mármol gris vetado, posiblemente procedente de las canteras existentes en las vecinas tierras de O Incio.
Su centro aparece ocupado por el monograma de Cristo: la «P» de 72 cm y la «X» de 70 cm cada palo. Cabe señalar que todas las letras del crismón se realizan en negativo, es decir, mediante un ahondamiento en la piedra. Tanto el palo de la «P», como cada uno de los palos de la «X», tienen forma de clavos sin punta, unidos entre sí y con las cabezas hacia fuera.
Se sitúa el crismón entre las letras griegas α (alfa) ω (omega), primera y última del alfabeto griego.
En el borde, ligeramente más elevado, aparece una inscripción enmarcada en el medio de dos sartas de posibles perlas que conforman el perfil interior y exterior de la inscripción.
El texto epigráfico circunscribe totalmente «cristograma» que empieza con un pequeño monograma, pero sin alfa ni omega, continuando con el siguiente dístico (estrofa de dos versos) latino:
AVRVM VILI TIBI EST ARGENTI PONDERA CEDANT/ PLVS EST QUOD PROPIA FELICITATE NITES («El oro es vil para ti, las riquezas de plata se abaten, pero es que brillas por tu propia felicidad»).
-DE CUÁNDO ES LA OBRA?
Los numerosos estudios realizados, sobre todo por H. Schlunk, que tiene en cuenta el contenido iconográfico, y por J. Fontaine, que se centra en el estudio del texto literario, sumado a las distintas hipótesis sobre la función de esta pieza, llevan a pensar a casi todos los autores que se trata de una obra realizada hacia el año 400 o en los primeros decenios del siglo V.
-QUE FINALIDAD TENÍA EL CRISMÓN?
Son muchas las hipótesis manejadas por los historiadores pero por el momento ninguna es definitiva. Si tenemos en cuenta las distintas líneas de investigación, el crismón tendría una de las siguientes finalidades:
-Para los historiadores A. del Castillo, Vives e De Palol, sería el adorno principal de la fachada de una iglesia paleocristiana.
-García Villada, señala esta pieza como mesa de altar o de dedicación de una iglesia.
-Los partidarios de la línea abierta por H. Schlunk y Fontaine opinan que la pieza de la que hablamos se utilizaría como mesa de ofrendas. De confirmarse esta tesis, supondría la primera mesa de este tipo en los primeros pasos de la cristiandad.
A estas propuestas, que podríamos considerar clásicas, también habría que añadir la línea abierta por Xaime Delgado, que considera incluso una profanación colocar ofrendas sobre el símbolo de Cristo, e incluso en muchos casos personificación de este. Para este historiador, la función del crismón de Quiroga podría relacionarse con el culto funerario, ya que son muchos los ejemplos de su presencia en espléndidos sepulcros.
A partir de aquí, la continuidad en los estudios de este ejemplo y de algún otro hallazgo en el mismo contexto, arrojarían luz sobre la función de esta pieza.
CASTILLO DE OS NOVAIS.
La superficie total que ocupaba el Castillo de Os Novais aparece hoy muy alterada por la construcción de la carretera N-120 en la década de los 70 del siglo pasado.
La cabecera de A Encomienda que los caballeros de San Juan de Malta poseían en Quiroga era o Castillo de Os Novais, emplazado en la actual parroquia de Santa Mariña de Sequeiros.
Varias razones de peso avalan la elección de este emplazamiento para la construcción de una fortaleza como la que hoy vemos: la posición estratégica en un impresionante cantil rocoso sobre el lecho del río Sil y la importancia histórica de la ruta procedente de la meseta hacia el interior de Galicia que pasa por el lado menos abrupto de la atalaya natural y la traviesa, de camino a Quiroga, a O Hospital y A Ermita, o rego del Castillo.
En la actualidad, menos los muros que se observan parcialmente enterrados en distintos sectores del yacimiento a los que cabe atribuirle un origen más antiguo, consta de dos estructuras que son independientes: una torre en la parte más alta mirando al este y el denominado «Pazo da Encomenda» hacia el oeste. Se sabe que la fortaleza tenía cárcel pública y eclesiástica y en su torre estaba situado el archivo de la Encomienda.
Todo apunta, tanto el registro histórico como el arqueológico, que el Castillo de Os Novais tal e como hoy lo conocemos empezó a construirse bien entrado el siglo XIII, en 1215 aún no existía; en esta fecha Alfonso IX hizo un cambio con la Orden de San Juan otorgándole a los sanjuanistas Os Novais y Quiroga, en este documento no aparece mencionada ninguna fortaleza. Cabe pensar, dada la importancia que se les concedía a estos edificios, que no había existido aquí nada similar. La primera prueba documental conocida de su existencia está fechada el 18 de abril de 1.402. («Las Encomiendas Gallegas de la Orden de San Juan de Jerusalén. Estudio y edición documental. La Encomienda de Quiroga.» Isidro Garcia Tato y Eleutino Álvarez Álvarez. Tomo II-1).
La torre es una construcción prácticamente cuadrada, con muros que llegan a conseguir en algunos tramos un grosor máximo de hasta 4 m. Esta estructura arquitectónica presenta pocas aberturas en sus regios muros. En la fachada sur, la puerta de entrada generada por un arco y una bóveda de medio punto, construida con piezas de la llamada «piedra cabaleira» que es un conglomerado de color rubio intenso debido a la oxidación del hierro que contiene. El cierre este, sobre el río Sil, se adorna con un original vano; esta ventana-balcón «pareado» construido en varias piezas del mismo material que las molduras del arco de la puerta, se convierte en el elemento más peculiar del conjunto. El resto de los muros no presenta ninguna abertura.
Sobre las cabezas de los muros, aún en el mal estado de conservación, se puede distinguir la existencia de una estructura de cierre que recuerda a las almenas o por lo menos un pequeño muro de anchura inferior a la de las paredes verticales y que tendría una altura próxima a la cintura de una persona. Lo más curioso es que entre tanta ruina aún podemos contemplar en dos de los ángulos del edificio, dos derrames de agua simulando gárgolas de rústica factura. Su presencia lleva a pensar que la cubierta del edificio estaría apoyada directamente sobre el muro y construida a base de madera y tejas de adobe como señalan los múltiples restos de este material.
En el interior el espacio existente es muy reducido debido al grosor de las murallas. Con toda seguridad y a juzgar por las anclajes que se conservan se articularía en dos alturas separadas por un piso de madera con escaleras del mismo material. No podemos pensar en esta construcción como lugar de vivienda, o cuando menos, no llegaron hasta hoy elementos que indiquen esta posibilidad. Luís López Pombo, en su obra «La encomienda de Quiroga y sus documentos», apunta a que en la torre estuvo guardado el importante archivo de la Encomienda de San Juan hasta el ano 1.752, fecha en la que los caballeros-monjes ya tenían su residencia en la Casa de la Encomienda de O Hospital. Hasta ese momento, según López Pombo, la documentación se encontraba protegida en la sala de esta torre a la que se entraría por una puerta de hierro con cuatro cerraduras; las llaves estarían en poder del Comendador y otros tres altos cargos de la organización, para acceder a los documentos se necesitaría el consentimiento y la presencia de cada uno de los depositarios de las llaves. La documentación estaba guardada en un mueble de dieciocho cajones, tantos como partidos dominaban esta Encomienda, guardándose con mayor cuidado los pergaminos y tombos, por ser los documentos de mayor antigüedad e importancia.
El «Palacio de la Encomienda», como popularmente se conoce es un edificio cuya planta está constituida por un trapecio rectángulo de airosas dimensiones, se presenta en la actualidad con un carácter mucho más abierto que lo de la torre con la que comparte este notable castaño para la Historia de la Comarca de Quiroga.
Algunos apuntamientos sobre el registro arqueológico (Iván Álvarez Merayo, arqueólogo del campo de trabajo juvenil internacional de la Xunta de Galicia en el Castillo de Os Novais en el año 2016): los espacios conservados permiten comprender buena parte de la evolución social y constructiva del elemento. Comezando por la ventana NE del actual palacio que en origen era una saetera de la muralla (S XIII), pasó luego a ser tronera (S XV) y finalizó como ventana abierta en el palacio moderno.
Comprobamos también cómo la parte conservada era, en origen, la fortificación del castillo. Si cuadra el primero castillo defensivo antes de que se construyera la parte ahora desaparecida. Así, la torre ocupaba el espacio central y estaba rodeada por una muralla que protegía una pequeña superficie. La puerta del actual palacio, situada en el mismo muro que la ventana descrita con anterioridad, sería el acceso a esta fortificación. Probablemente una puerta en altura, ya que el acceso al castillo «desaparecido» se hacía por el actual camino de subida al recinto, como se puede apreciar en los restos de una puerta que se conservan embutidos en las paredes de las dos casas que flanquean el actual camino de acceso. Formando parte del actual palacio, en su extremo W, aparece una estancia con puerta de arco de medio punto, acabado escodado en sus piedras claramente románico y muros de más de un metro y medio de grueso; esta es una de las dos torres de la fortaleza que aparecen citadas como «torre de la campana» y «torre de los clérigos» en la documentación sobre las «mejoras» de 1.671. «Las Encomiendas Gallegas de la Orden de San Juan de Jerusalén. Estudio y edición documental. La Encomienda de Quiroga.» Isidro Garcia Tato y Eleutino Álvarez Álvarez. Tomo II-1.
Con estos datos y un mínimo análisis de los muros parece claro que, en origen, era una torre de esquina para la defensa de la muralla/fortificación y que al perder su valor estrictamente defensivo pasó a formar parte de la estructura del palacio. De acuerdo con las observaciones hechas, el palacio, cuando menos su configuración actual, no es medieval. Aprovecha la muralla románica que defendía la «Torre del Homenaje» y, en ella, se abren amplias ventanas cuando pierde su función defensiva militar y se acercan los muros del actual palacio, mucho menos gruesos y sin coser con la estructura original; de ahí su mal estado de conservación en comparación con la parte aprovechada de la muralla. Iván Álvarez Merayo, arqueólogo del campo de trabajo juvenil internacional de la Xunta de Galicia en el Castillo de Os Novais en el año 2016.
Lo más destacado de esta noble mansión hay que buscar la magnífica articulación de su fachada. Consta, el elemento de cierre principal, de dos cuerpos bien diferenciados: -en el primero, la puerta de entrada formada por un arco y una bóveda de medio punto, sobre la que se puede ver una piedra grabada con la Cruz de Malta, que permite asociar esta casa con los Caballeros de San Juan. Además de la entrada, adornan este cuerpo tres huecos de ventanas desiguales. Todos los elementos, como los del segundo cuerpo, realizados en escalera de pizarra cuidadosamente trabajada.
En el nivel superior, a la izquierda un pequeño balcón y en el centro un hueco de ventana cuadrada, y al lado del ángulo derecho, otro rectangular de mayores proporciones en sentido longitudinal.
La distribución del alzado interior también constaría de dos cuerpos y una cubierta en dos aguas (aunque en la memoria de algunos vecinos del lugar), realizada en teja de adobe de factura muy rudimentaria, sobre un armazón de madera. El piso superior y el techo, según algunos testigos, hundiéndose a finales del siglo XIX como consecuencia de un incendio. No hay por tanto ningún elemento que nos permita facer valoraciones sobre las estancias superiores del edificio.
El piso inferior, en el edificio original, estaría dividido en cuatro estancias; actualmente solamente se conserva completo y en muy mal estado un muro de separación, del resto no se puede ver nada más que los arranques. Es posible que alguno de los muros que delimitaban el espacio interior fueran eliminados voluntariamente a lo largo del tiempo.
Aún podemos ver, aplicando una buena dosis de voluntad, el lucido interno de las paredes a base de mortero de cal y arena aplicado en tres capas consecutivas, en la segunda aparece una decoración consistente en un tejido de cuadrados realizados con algún tipo de patrón.
Aunque el paso del tiempo nos dejó sin muchos elementos para valorar, hay que dejar constancia de la configuración del pavimento de las estancias inferiores de la planta baja, donde en algunos sectores el suelo aparece cubierto por fragmentos de pizarra pulida y bien colocada. Sin embargo, la mayor parte aparece excavada en la roca sobre la que se asienta el palacio, presentando un considerable desnivel en algunas zonas. Hay que destacar también la existencia de un complejo sistema de desagüe formado por un red de estrechas y hondos canales de hasta 20 cm, cuidadosamente tallados en la roca sobre la que se construye el edificio. Existen restos que permiten intuir que los canales estarían escondidos debajo de las baldosas bien ensambladas que formarían parte del suelo de las habitaciones.
La iglesia PARROQUIAL DE A Ermida
Es un edificio de dos naves sometido a lo largo de su historia a numerosas reformas. La parte central incluye la nave principal y el presbiterio, que corresponden al siglo XVII. La nave lateral, separada por un alicerce, es más estrecha que la principal, fue construída en el ano 1.773, siendo prior de «A Encomenda» Frei Antonio Somoza e Quiroga. El campanario es de un solo cuerpo por encima de los muros de la portada.
El retablo mayor, restaurado recientemente, es de estípites; obra de inicios del siglo XVIII. En él destaca la imagen de «Nuestra Señora de A Ermita», advocación de la «Virgen de los Remedios»; pequeña escultura pétrea de origen desconocido (probablemente del siglo XIII), colocada sobre un armazón de madera y vestida al modo de las vírgenes del barroco español.
LA LARGA EDAD MEDIA.
Otro de los momentos singulares de la Historia de esta Comarca es la «Orden de San Juan de Jerusalén», que hizo de esta tierra cabeza de una Encomienda lo que supuso el germen de una dinámica artística muy importante para las tierras de Quiroga.
LA ORDEN DE SAN JUÁN DE MALTA.
La iglesia mantuvo altas cotas de poder durante siglos a través de la «Orden Militar de San Juan de Jerusalén», también conocida como «Orden de Malta», «Orden de San Juan de Malta» o también como «Orden de los Hermanos Hospitalarios».
El dato más antiguo en relación con la presencia de los Hospitalarios en el ámbito de la Encomienda quiroguesa, data del 6 de diciembre del año 1.172, pero no será hasta las dos últimas décadas del siglo XIII cuando la figura del comendador de Quiroga aparezca frecuentemente citada en la documentación, demostrando que ya existía una estructura organizativa estable en la misma («Las Encomiendas Gallegas de la Orden de San Juan de Jerusalén». Estudio y edición documental. La Encomienda de Quiroga. Isidro Garcia Tato y Eleutino Álvarez Álvarez. Tomo II-1).
Otros historiadores en su obra ofrecen otros datos sobre la implantación y desaparición de la Encomienda de Quiroga: la presencia de la Orden de Malta en estas tierras está documentalmente probada desde el ano 1186 hasta 1884, última fecha que corresponde al largo proceso desamortizador de sus múltiples posesiones (fuente: L. López Pombo. «La Encomienda de Quiroga y sus documentos»), hay historiadores que señalan como fecha de finalización el 19 de marzo de 1874, cuando fueron suprimidas las encomiendas como consecuencia de un auto dictado por el Cardenal Moreno, Arzobispo de Valladolid.
Se fundó con fines benéficos y puramente piadosos, convirtiéndose con el paso del tiempo en un cuerpo religioso-militar que llegó a tener fama por sus hazañas bélicas en las que participaban sus fieles guerreros, sujetos a unas rígidas reglas y normas que obedecían a los tres votos clásicos de pobreza, obediencia y castidad, más allá de un cuarto voto perpetuo de guerra santa contra los infieles.
El misterio que rodea a esta orden, creada en la época de la I Cruzada, dio pie a múltiples historias y leyendas. Su cometido inicial consistía en proteger a los peregrinos que iban camino de Jerusalén y custodiar el Santo Sepulcro. Con el paso del tiempo, y después de su implantación en un amplio territorio, se convirtieron en defensores de los necesitados y también de todos los peregrinos que se dirigían a Compostela y a otros lugares de peregrinación.
De las tres encomiendas que la orden estableció en la Provincia de Lugo: Portomarín, Beade y Quiroga-O Incio-Osoño, la de Quiroga cobraba riendas y ejercía jurisdicción sobre un amplio territorio comprendido por los partidos de Hospital, Moreda, Baamorto, Trives, Cristosende, O Bolo, San Clodio, Bendollo, Valdeorras, O Incio-Broza, Villafranca del Bierzo, San Miguel de Larouco, Hospital do Condado, Lor, Seara, Cartello e Castrelo, Allariz e Osoño, ademais dos coutos da Ferrería, San Cristóbal, Pena Verde, Figueirido, Couto Redondo de Biduedo, Peites, Perites, Larouco, San Miguel, Sandalle y Lor. Algunos cotos eran muy pequeños, otros eran toda la parroquia con su templo. De la misma forma ocurría con partidos; alguno de ellos, como el de A Seara (en Quiroga), se limitaba a una sola freguesía, pero otros, como el de Incio-Broza, comprendía las parroquias de Foilebar, Hospital, O Incio y Trascastro. En la mayor parte de los partidos, la jurisdicción correspondía a «A Encomenda» donde ponían a su voluntad los jueces que administraban justicia, nombraban a los eclesiásticos para las parroquias y cobraban todos los impuestos que les correspondían. En otros partidos non era así, pues en el caso de Allariz, donde tenían numerosos foros, el señorío le correspondía al marqués de Malpica (Fonte: L.López Pombo. «La Encomienda de Quiroga y sus documentos»).
Jerárquicamente pertenecía al priorado de Castilla y León (L. A. Teijeiro. Quiroga. «Encomienda de San Juan»).
De las múltiples riquezas que consiguieron después de 700 años de dominio en este territorio dan fe las importantes obras arquitectónicas y la rica y variada imaginación que llegó hasta la actualidad. El Castillo de Os Novais (donde se conservan los restos del conocido como «Pazo da Encomenda»), San Pedro Fiz de O Hospital no Incio, el Conjunto de O Hospital de Quiroga, las iglesias de A Ermita, Carballo do Lor, A Seara o Bendollo son inmejorables ejemplos.
Delante de la imposibilidad de hacer aquí una descripción de todos los ejemplos representativos de esta época, por su singularidad e importancia para esta zona, enumeramos los siguientes emplazamientos:
EL CONJUNTO DE SAN SALVADOR DE HOSPITAL.
Estrechamente ligado al anterior conjunto, aparece el núcleo de O Hospital, que conjuga un importante número de elementos del legado cultural de varias épocas centrado por la Iglesia Parroquial de San Salvador, de cronología imprecisa, pero a la que cabe atribuirle un origen prerrománico en la Capilla de San Juan, donde podemos ojear las lápidas de ilustres Quirogas y Losadas y que constituye la cabecera del edificio actual notablemente ampliado en sucesivas etapas. Otras piezas de especial importancia dentro del mismo edificio son el retablo mayor barroco, el Cristo Crucificado, el San Bartolomé Vello y también el Novo y la pila Bautismal.
Completan el importante núcleo de O Hospital la arruinada Casa Torre o de Tor, palacio con un origen más que probable en el siglo XVI y no muy lejos de ésta la Casa de Carballedo, con escudo de armas del mismo siglo. En un radio de pocos kilómetros, las Casas de Outeiro, Veiguiña y Lamela ofrecen mudo testimonio de un esplendoroso pasado ligado a la Orden de San Juan.
La iglesia PARROQUIAL DE SAN SALVADOR DO HOSPITAL.
Edificio de amplias proporciones de planta rectangular, en la actualidad integra la denominada capilla de san Juan, formado por tres naves en las que se observan partes que corresponden a épocas muy diversas. El ábside rectangular es románico tardío. La capilla del altar mayor también guarda elementos de la tradición románica. La sacristía hasta hace poco contaba con una bóveda de crucería retirada por los vecinos por miedo a que los empujes de la misma dañaran el edificio. El resto de la iglesia sufrió importantes reformas en los últimos siglos.
La nave: el cuerpo del templo consta de tres naves comunicadas con arcos de medio punto e imposta, apoyados en pilares y pilastras. En la nave central a la altura del tercer tramo se esconde unha absidiola con muros a los lados que llevan pilastras para la bóveda de cañón y tramo semicircular, cubierto de una gruesa capa de cal, con bóveda de cascarón, canecillos lisos y aleros de pizarra, todo incluido bajo el techo de la iglesia. La bóveda de las tres naves se cubren de barrotillo y se abren a la fachada principal por tres puertas alinteladas. La sacristía es de planta cuadrangular y se juntan al alzado norte en la parte media del templo, con cobertizo sobre columnas en el ángulo que queda hasta la fachada.
Los muros a base de fragmentos de pizarra azul extraída de la cantera de Pombeiro, en la misma parroquia. Tejado de pizarra, espadana de dos filos y coro alto a los pies.
Ábside: se llama Capilla de San Juán, de los Enterramientos o de la Comunión, consta de dos tramos que también se abren al exterior por dos pares de contrafuertes. Los paramentos interiores llevan, cada uno de ellos, su arcosolio y en los pavimentos hay varias sepulturas de caballeros. Se cubre con bóveda de canón de lousa. En la cabecera hay una ventana de medio punto hacia interior con pronunciado derrame.
Altar de los neófitos: En la cabecera del ábside de los enterramientos se conserva un altar que se utilizó como mesa por parte del tribunal que tenía que admitir a los aspirantes a la Orden de San Juan. El frontal va cubierto de cerámica, con la Inmaculada Concepción en el centro, en los predomina el tono azul. Es obra del siglo XVI y le faltan varias piezas.
LA CASA DE LA ENCOMIENDA.
La Casa da Encomienda o, simplemente, «La Encomienda» era un agregado de edificios (según consta en un documento de 1.796) que llegaba desde la plaza de la iglesia Parroquial hasta la Casa Santa o Hospital. En el primitivo solar de la misma en la actualidad aparece el denominado «Palacio de la Encomienda», reconstruido en 1.843 por los Florez de Losada: el resto de la edificación desapareció. Ahora es un edificio de grandes dimensiones muy transformado por las sucesivas reparaciones, de todas formas el caserón conserva el encanto de un pasado de grandeza. Destaca dentro de todo el conjunto la cuidada bodega y en la fachada que da a la escalinata de acceso al patio de la iglesia la piedra de armas «cuartelada» por una árbol y estacas, un lobo sobre ondas, un dado con lis y una sirena y en el último cuartel un castillo de tres homenajes.
En la actualidad es propiedad de la familia Taboada Varela.
LA CASA SANTA O HOSPITAL.
En la actualidad no se conserva ningún resto de ella, sería un edificio destinado a albergue y hospital de peregrinos regentado por los caballeros de San Juan de Jerusalén. De esta institución deriva el topónimo parroquial de «Hospital».
Es más que probable que ocupara alguna edificación en el lugar donde en la actualidad se asientan las casas del lugar de Hospital o alguno de los terrenos vacíos entre la Casa de la Encomienda y el Palacio de Tor.
LA CASA TORRE DE O HOSPITAL O CASA DE TOR.
Según algunos autores fue el primitivo solar de los Losada, fundado al parecer por un caballero francés desplazado hasta este lugar para luchar contra los musulmanes.
Es un edificio de tres plantas, casi cuadrado, con muros de mampostería, marcos y esquinales de granito, cubierta de teja y montantes en las ventanas. Es obra fundamentalmente del siglo XVIII, aunque hay quien afirma que los orígenes de esta construcción habría que buscarlas en el siglo XVI. Pináculos piramidales en los ángulos del tejado a cuatro vertientes. Balcones volados con balaustres de hierro forjado y, en el piñón cruz de hierro y veleta con el león de los Balboa. En el frente posterior, puerta con arco ligeramente apuntado, a la que se accede por escalera de piedra.
En la fachada norte dos escudos: el de la derecha dividido en cuatro partes por la cruz de Alcántara, con pizarra, lagartos, perro atado a los pinos, cinco estacas y un ave coronada. El de la izquierda, de cuatro carteles, con brazo y maza, perro atado a pino, flor de lis con cinco roeles y león sobre las olas.
Parece más antigua la construcción pegada a la torre, tal vez el primitivo solar, en el que sobresale un arco de perfil lanceolado.
En la actualidad la construcción está en ruína y pertenece a la familia Taboada Varela.
CASA DE CARBALLEDO.
Edificio construido en el año 1.848 con muros de mampostería, tejado de pizarra y corredor con escaleras de granito. Perteneció a los condes de Gavia. En el frente sur escudo, con celada a la derecha, dividido en cuatro partes con un perro atado al pino, cinco estacas, lousa y lagartos y león sobre las olas; en el borde la inscripción: sin Dios todo es banidad.
Los dueños actuales conservan otra piedra de armas ovalada y con inscripción, en piedra de pizarra. Se articula en cuatro cuarteles y el león atado al pino, las cinco estacas, lousa y dos lagartos más un creciente y cinco estrellas.
El estado de conservación es muy bueno; se encuentra poco alterada con respecto al original.
Lo que podríamos denominar «Cultura de la Encomienda» no queda relegada a los siglos centrales de la Edad Media, bajo su tutela se realizaron muchas obras durante los siglos XVI al XVIII, periodo en el que es especialmente destacable la imaginería y los retablos de muchas de las Iglesias del Ayuntamiento. Así lo constatan las Parroquias de Santa María Madalena de A Seara, Santa Eulalia de Bendollo, Santa María de Bendilló, San Mamede de Fisteus, Santa María de Cereixido y Santa María de Quintá de O Lor, sin olvidarnos, aúnque no ligada a la Encomienda, el impresionante templo de San Miguel de Montefurado con numerosas reminiscencias del arte castellano de esta época, palpables en su concepción arquitectónica y en cada uno de sus retablos e imágenes contenidas en el edificio.
La iglesia DE SANTA MARÍA MADALENA DE A SEARA.
La iglesia, aislada de la aldea, domina desde la parte alta del este la población acentuando su aspecto de fortaleza. El edificio de raíces medievales presenta, en la actualidad, amplios sectores del siglo XVI y reformas mucho más recientes como el mortero de cal y arena que la recubre. Su planta se articulan en tres naves separadas por arcos formeros que apoyan en pilares de sección cuadrangular. La nave central se cubre con techo de madera en dos aguas y las laterales en una sola vertiente. El arco triunfal es de medio punto y da paso a la capilla mayor cubierta con techo de madera y pizarra en cuatro vertientes. En el alzado norte del presbiterio y con acceso a la nave, encontramos el baptisterio, de planta rectangular, constituye una de las piezas más primitivas e interesantes del templo. En la fachada domina el campanario sobre la puerta principal con dos cuerpos emergentes del frontispicio y cuatro vanos para campanas. Tres puertas en la fachada con arco de medio punto y O Beiril a los pies en los ángulos que forman el frontispicio con los pilares de la torre. Los muros son de mampostería y el suelo y el techo de pizarra.
El retablo mayor es salomónico, de dos pisos y tres RÚAS, de los primeros años del siglo XVIII, con una nueva RÚA por cada lado añadidas a inicios del siglo XIX. Esculturas de Santa Apolonia, San Marcos y O Calvarios con las figuras da Dolorosa, San Juan y el Cristo del siglo XVI. Además, esculturas de San Antonio de Padua, San Roque y Santa María Magdalena del siglo XVIII.
El retablo derecho es Neoclásico, de finales del siglo XIX, con tallas de medio cuerpo.
Resulta muy interesante el contorno; todo el castiñero donde se asienta el edificio principal aparece rodeado por un muro de fábrica de mampostería, con una altura de un metro y medio aproximadamente, exceptuando hacia el sur donde se salva un desnivel de unos cuatro metros sobre la carretera.
La entrada de la plaza que forma este recinto amurallado existe una pequeña capilla con altar dedicado a La Dolorosa y, en frente un habitáculo donde se depositaban los cadáveres de los difuntos hasta el momento de su inhumación; la estancia tiene un retablo de estípites con una escultura de La Dolorosa, perteneciente al último tercio del siglo XVIII.
Sin duda lo más singular de todo el conjunto que forma esta iglesia, de las más antiguas del Ayutamiento de Quiroga, es el viacrucis situado sobre el muro que rodea a la totalidad del edificio; formado por catorce pequeñas cruces de granito, lo que aumenta su excepcionalidad ya que no es un material autóctono. Comienza a la derecha de la puerta de entrada al patio y finaliza en el lado opuesto con un conjunto formado por tres cruces más grandes, la del medio de mayor tamaño, en clara alusión, al episodio final del Calvario de Cristo.
La iglesia DE SAN MIGUEL DE MONTEFURADO
No muy lejos del emplazamiento del túnel romano se encuentra la iglesia parroquial de San Miguel de Montefurado, de aspecto destacado por causa de la oxidación de las impurezas metálicas que contiene el conglomerado («piedra cabaleira») usado para la fábrica de buena parte de sus muros. Se trata de un edificio que sobresale por sus proporciones y lo harmonioso de sus volúmenes. Una inscripción revela que su construcción se inició en el año 1.759.
La iglesia PARROQUIAL DE BENDOLLO
Construida durante el siglo XVII, presenta una impresionante fachada que, en su más puro espírito barroco, eclipsa el resto del edificio en todos los sentidos.
VÍAS DE COMUNICACIÓN: EL CAMINO DE CASTELA O REAL, EN LA ACTUALIDAD «EL camino DE INVERNO» A SANTIAGO.
Una de las entradas del Camino de Inverno en las terras lucenses, es la que después de dejar la vía romana XVIII, en la Calle de Petín sigue el curso del río Sil para entrar en las tierras del Valle de Quiroga siguiendo una antigua vía romana secundaria que en algunos tramos aparece ocupada por vías de comunicación modernas.
El camino entra superpuesto a la carretera 533 y pasa entre las casas de la aldea de Alvaredos, límite con la provincia de Orense, dejando a la derecha una almazara aún en funcionamiento. Para evitar el asfalto, podremos iniciar su andaina en el lugar de San Martiño, aldea que conserva magníficos ejemplos de la arquitectura popular, al que se accede desde la carretera N-120 y seguir hasta A Fraga Furada, donde se junta con el Camino de Santiago. La altura por la que discurre sobre un cantil, nos permite hacer un recorrido espectacular, muy próximo al Camino, desde el que se observa el río Sil, la carretera N-120 y la vía del tren, además de una frondosa vegetación de connotaciones mediterráneas. Cualquera de los dos tramos, bien desde Alvaredos bien desde San Martiño, nos lleva a Montefurado donde podemos contemplar el espectacular túnel excavado por los romanos para desviar el curso normal del agua y extraer el oro que arrastra, dando nombre no solamente al mismo, sino a la aldea que atravesamos que conserva la posada pegada de la arquitectura tradicional. También podemos encontrar aquí la iglesia Parroquial de San Miguel, construida a mediados del siglo XVIII. Desde Montefurado iniciamos la subida en medio de los barros rojizos que los romanos explotaron para obtener el oro que contenían explotando estas minas a cielo abierto y que a día de hoy conservan muchos de sus primitivos elementos. Subimos hasta el lugar de Ermidón entre árboles fruteras y olivos, para cruzar después una zona de castaños y viñedos para llegar a las aldeas abandonadas de «A Venda Vella» y «A Venda Nova» y bajar después hasta la Capilla das Farrapas, denominación que es posible que haga referencia al lugar donde los caminantes se deshacían de sus harapos; haciendo conjunto con la capilla podemos encontrar una almazara en funcionamiento. Aquí el camino viejo se pierde bajo las modernas vías de comunicación y tomamos como alternativa la ruta que nos lleva hasta el lugar de Bendilló, pasamos al lado de su iglesia Parroquial y, entre olivos, iniciamos una pronunciada bajada hasta la orilla de la carretera N-120, sigue una corta subida hasta la carretera local que conduce a Bendollo desde donde bajamos hacia el lugar de Ponte Soldón para dirigirnos por la orilla de la carretera nacional a la aldea de Sequeiros. Estos dos pequeños núcleos rurales, asentados en la en la ribera del río Sil, conservan todo el sabor de la arquitectura popular de la zona. Desde aquí, cruzando por un túnel bajo la N-120 iniciamos el ascenso que nos lleva hasta las aldeas de Os Novais y O Castillo; donde se encuentran los restos del Castillo de Os Novaes, donde tuvieron su primera residencia, en el siglo XIII, los comendadores de la Orden de San Juan de Malta que tenían, entre otros cometidos, el de asistir a los peregrinos que recorrían este camino.
Aunque el conjunto está en ruinas podemos ver sobre el arco de acceso al palacio de la Encomienda la Cruz de Malta. El camino continúa con la bajada al regato del Castillo y atraviesa por un puente de piedra de un solo arco y fuerte sabor medieval, para dirigirse a la aldea de Caspedro, próxima a Casa de Outeiro fundada a principios del siglo XVI por Gonzalo Fernández de Quiroga. En esta villa hay una fuente con la inscripción: «Caminante bebe y apaga tu sed». Desde aquí al camino sigue por el «Palacio Vello» hasta Quiroga. Aún así, la más antigua de las alternativas de la ruta, iría desde Caspedro a San Xulián de Arriba y por las casas de A Carballeira hasta Hospital, que fue priorado de la Orden de San juan de Malta y que toma su nombre de la existencia en este lugar de un hospital para peregrinos; aquí se encontró el acta de defunción de un peregrino que se dirigía a Compostela. El segundo paso de esta alternativa es A Vergaza, aldea a la que se accedería primitivamente por la desaparecida «Ponte Pedriña» que permitía cruzar el río Quiroga. Atravesamos este lugar para dirigirnos hacia A Ermita por el alto de San Roque; en este punto los primitivos cristianos gallegos levantaron sobre un asentamiento castrexo la iglesia de la Parroquia de A Ermita dedicada a Nuestra Señora de los Remedios. El camino que baja por la zona conocida como «Regueiral», nos deja nuevamente en la Villa de Quiroga. El camino sale de Quiroga por el barrio de «A Patrona» para continuar por la orilla derecha del río Sil atravesando las localidades de A Robleda, Espandariz y, después de pasar bajo la carretera N-120, O Pontido y Nocedo. Desde San Lourenzo de Nocedo el camino inicia una suave subida hacia La Montaña del Lor rodeado de pinares y con vistas del Valle del Sil hacia la derecha, por la antigua carretera que conducía a Monforte hasta el lugar donde se encuentran las ruinas del lugar conocido como O Cereixal de donde parte una pista forestal que nos llevará a atravesar el cordal de la sierra de O Aldriz hacia el valle del río Lor. Una vez cambiamos de valle, la ruta baja suavemente hacia el Río Maior y llega, primero, a la Ermita de los Remedios y, después, a Carballo de O Lor, cabecera de la parroquia de Quintá de O Lor. Esta fue una aldea con bastante movimiento dentro de la ruta, testigo de este movimiento que tuvo fue la existencia de un mesón donde descansarian hombres y animales; a día de hoy se pueden contemplar las argollas en las que se amarraban las bestias en la fachada de la construcción que ocupó. Desde aquí la bajada continúa por la Trampilla y O Xanelo hasta Barxa de O Lor, lugar de emplazamiento del puente medieval por el que se atraviesa el río Lor hacia A Pobra do Brollón y Monforte. Este puente que aparece en todos los mapas desde el siglo XVI, tiene cercana una casa que en sus tiempos hacía las funciones de posada, y muy probablemente era el lugar donde se cobraban los derechos por atravesar el puente.
EL PUENTE DE BARXA DE O LOR.
En lugar del Puente, en un paisaje hermosísimo y encantador, se levanta sobre el río Lor el «Puente de Barxa». El puente actual data de finales del siglo XIV. La referencia más antigua que se conoce de A Ponte do Lor es la del Mapa «Descripción del Reino de Galicia» de F. Fernández Ojea, de 1598; a partir de ahí aparece en toda la cartografía gallega.
La tradición popular dice que por el «Ponte de Barxa» pasó un rey a caballo. Consta de tres vanos de formas y dimensiones diferentes. El arco mayor, en el extremo meridional, es de medio punto ligeramente apuntado y tiene una luz muy grande, de más de 20 metros, que no es fácil de encontrar en los puentes antiguos del noroeste. El arco central mide casi 9 metros y se puede decir que es de medio punto. El del extremo septentrional casi no se ve por estar escondido entre a lama y una casa; es más pequeño con los otros dos, y la forma do su arco es de medio punto. El pilar común de los dos primeros arcos está defendido de la corriente de las aguas por quillas (tallamare).
El suelo tiene dos tramos de diferente pendiente y longitud, lo que le confiere un perfil curvado. En su barandilla de aguas arriba, sobre la clave del arco mayor, hay una gran piedra trabajada de forma rectangular que tiene dos volutas en el borde superior, con un apéndice central con un agujero propio para poner, en el un crucero. Esta piedra, por las volutas, podría ser del siglo XVIII (barroco) y fue recuperada del río y puesta en su lugar en el año 1.990.
Los arcos están hechos de diferentes materiales; mientras que las doelas son de piedra calcárea, las bóvedas son de pizarra. Los tímpanos y los muros también son de pizarra. El suelo es de piedras del río.
También al cobijo de los «caballeros-monjes», en algunos casos, la cultura del hierro tiene una importante presencia en el Ayuntamiento de Quiroga, en el que como se puede constatar llegaron a trabajar a lo largo de la historia un total de siete herrerías lo que supone el mayor número de toda la provincia de Lugo.
Por seu estado de conservación en la actualidad y por su antigüedad, hay que mencionar, en primero lugar, a «A Ferrería da Rodela», de la que encontramos restos ruinosos de lo que fue la magnífica casa de A Ferrería que lleva abandonada más de cincuenta años. Por la parte de abajo del camino, justo frente á la casa, se encuentra lo que fue el complejo industrial, del que resta en buen estado O BANZADO, y del resto solamente los muros, menos una pequeña parte que fue acondicionada para fábrica de luz. No se conoce exactamente la fecha de su construcción, pero tenemos noticias suyas en la documentación desde principios del siglo XVI y se sabe que sus promotores, en este caso fueron los monjes de Samos.
También entre las más antiguas aparecen las de Rugando en la parroquia de Vilarmel y la de Quintá en la parroquia de O Hospital.
En la Ferrería Rugando, el casarío, del que forma parte la pequeña capilla, lleva varios años convirtiendo en Casa de Turismo Rural. Del antiguo ingeño no queda casi nada; se aprecian los restos del banzado que en los últimos tiempos se aprovechaba para mover la muela (piedra) del molino. Aparece en la documentación desde inicios del siglo XVI, donde se registra una gran reforma en la segunda mitad del siglo XVII.
FERRERIA RUGANDO
Ferrería de Rugando. Vilarmel
La «Ferrería de Quintá», en las inmediaciones de A Rodela, se documentaban desde el año 1562. Actualmente queda la casa habitada hasta hace poco, el canal del banzado, que se aprovechó para mover un molino, y restos de construcciones adjetivas. De esta Herrería se conserva el interesante y curioso documento con fecha del 4 de septiembre de 1566; de la escritura de toma de posesión de la «Ferrería nova de Quintá» (perteneciente a la Encomienda de Quiroga). El conocimiento de esta excepcional documentación nos ofrece datos de primera mano sobre el funcionamiento de estas protoindustrias y mismo de la idiosincrasia de la sociedad del siglo XVI en estas tierras.
«A Ferrería de Paleiras», en la parroquia de Pacios da Serra, comenzó su actividad en el año 1752. En la actualidad queda la vivienda y otras edificaciones que fueron almacenes, todas en estado ruinoso. Nada falta de la herrería, que estaba situada frente a la casa, al otro lado del camino. Fue destruida hace muchos años para aprovechar la piedra, tantos que ni los más mayores de Pacios se acuerdan de ella.
FERRERIA PALEIRAS
En el conocido como «camiño ferradal», además de A Ferrería de Rugando que ya llevaba muchos años trabajando, también encontramos A Ferrería da Gorgueira, en la parroquia de Paradaseca, empezó a producir en la segunda mitad del siglo XVIII. Del conjunto industrial se conserva la vivienda, una casona de regulares proporciones y de escaso valor arquitectónico, abandonada desde habrá unos cuarenta años. Por otra parte, de los almacenes no faltan más que los muros. La herrería estaba situada por la parte de debajo.
FERRERIA GORGUEIRA PARADASECA
De la primera mitad del siglo XVII data la Ferrería do Mazo, Outeiro o Soldón de A Seara, en la parroquia de A Seara. Aunque la vivienda lleva muchos años abandonada, conserva parte del enlosado, pues la aprovecharon como palleiro los vecinos del Mazo. A su lado quedan las ruinas de la factoría, entre las que destacan las paredes laterales que sostenían el banzado de madera. Tuvo capilla, ahora desaparecida.
Ferrería do Mazo. Soldón de A Seara
En 1884 empezó a trabajar la última de las factorías de la Provincia de Lugo, A Ferrería de A Roxa Longa en Vilarbacú, en la parroquia de A Seara. De todo el conjunto no quedan más que los muros, tanto de A ferrería propiamente dicha, como de la casa-vivienda del encargado o administrador. A pesar de los más de cien años de abandono, los restos permiten saber cómo era exactamente el edificio industrial. La casa, actualmente en ruinas, siguió habitada durante algún tiempo.
FERRERIA VILARBACU
Sabemos de primera mano por la transcripción de los cuadernos de campo del geólogo hispano-alemán Guillermo Schultz, realizada por el geólogo Juan Ramón Vidal Romaní, que recorrió varias zonas de Galicia en los años 1832-1833 y, en concreto, esta zona durante los meses de marzo hasta agosto de 1833, que durante el siglo XIX y principios del siglo XX, fueron vascos y catalanes los encargados de obtener beneficios de unas explotaciones que resultaban, en aquellos días bastante rentables, causando un enorme deterioro en los bosques de su contorno, debido al alto consumo de madera, imprescindible para el funcionamiento de los hornos.
LA PEQUENA INDUSTRIA DE LA CAL.
La presencia de roca calcárea en el suelo de Quiroga es mínima, aunque de formas por aquello que comentamos de la estrecha relación entre medio natural y hombre, en aquellos espacios donde existen pequeñas venas de este material o en su contorno, se inició una pequeña actividad industrial relacionada con la producción de la cal.
La tradición de la cal en el Ayuntamiento de Quiroga nos lleva a las parroquias de Cereixido, Paradaseca, Vilarbacú y A Seara, donde existieron y aún se conservan restos de los conocidos como «fornos de cal».
Estos hornos se utilizaban para obtener cal a partir de la piedra calcárea, sometiendo ésta a gran temperatura con llama viva. Este tradicional proceso dio origen a la palabra «calcinar». La cal obtenida siempre fue muy utilizada para hacer argamasa o cemento, pintar o blanquear paredes, en la agricultura como corrector de la acidez del suelo, para blanquear la ropa, para fabricar papel y vidrio, o para curtir. Esta enorme y variada labor era llevada a cabo por los «caleiros».
El horno de cal es una construcción circular de muros de piedra, abierta por su parte superior, con una única abertura o boca en la base del muro para introducir al combustible. Acostumbraban a hacerse en terrenos inclinados para aprovechar el foso excavado y ahorrar la construcción de parte del muro.
El proceso de fabricación de la cal era fácil pero sacrificado: o caleiro iba colocando las piedras calcáreas en el interior del horno, dejando un amplio hueco central para encender fuego. Piedra a piedra se conforma una bóveda, finalizándola desde la parte exterior superior del horno. Para finalizar, la abertura superior, se cubría con grandes losas.
Por la boqueira inferior se introducía madera para quemar hasta completar el hueco de la bóveda formada por las piedras calcáreas en el interior del horno; el fuego ardía durante unas 60 horas y se mantenía sobre todo con brezo y tojos: una única jornada consumía hasta 50 carros de tojo!. Un trabajo similar necesitaba de varias personas, que se iban haciendo turnos de 4 horas, día y noche.
Finalizada la calcinación, el horno era enfriado durante 3 días. Las piedras se sacaban por la parte superior, ya totalmente blancas, por la calcinación, y eran comercializadas enteras o molidas y convertidas en polvo.
La elaboración artesanal del aceite en el valle de Quiroga se pierde en el tiempo y posiblemente nos acerca al pasado romano.
No es fácil precisar desde cuando existen olivos en la comarca de Quiroga, pero todo parece indicar que fueron los romanos los que masificaron su cultivo en las parroquias mornas bañadas por el río Sil; aquí como en otras partes de la Península Ibérica es muy probable que ya existieran olivos introducidos por los Fenicios.
Conviene apuntar como dato significativo que este escondite del valle del Sil es el único punto del noroeste peninsular con una prolongación hasta Salamanca, donde las oliveras forman parte de los cultivos existentes y no de forma aislada, como sucede en algunos puntos del ámbito señalado.
La curiosidad de algunos cosechadores y el estudio de muchos datos sobre nuestro aceite, arrojó la conclusión de que entre las variedades existentes en esta zona, la más antigua, podría proceder de Italia; teniendo la particularidad de que se reproduce fácilmente a partir de la semilla y no de la división de una planta, como es mucho más frecuente. Este aspecto resulta fundamental para asociar la introducción de las oliveras en la comarca de Quiroga al paso de los romanos, ya que una variedad que se reproduce a partir de la semilla sería mucho más fácil de transportar desde cualquier punto del o Mediterráneo y más desde la propia península italiana.
Producto de la existencia milenaria de las oliveras son los molinos de aceite; presentes e buena parte de las parroquias situadas en las tierras bañadas por el Sil y que gozan de un increíble microclima Mediterráneo; nombres como Montefurado, Vilanuide, Enciñeira, Anguieiros, Vilaster, Bendilló, Bendollo, Soldón, Sequeiros, Paradaseca, Novais e incluso Hospital, siempre estuvieron directamente vinculados a la elaboración artesanal del aceite.
Tal vez el ejemplo más significativo, por encontrarse restaurado desde el año 1.993, de estas singulares almazaras lo tenemos en la parroquia de Bendilló, en el lugar conocido como «As Farrapas». El molino de aceite tradicional de estas tierras es muy simple; consta de una piedra para moler las olivas, mazo para prensar la decantadora. La antigüedad de estas piezas es difícil de precisar con exactitud, pero la existencia de este tipo de ingenios en la zona se puede relacionar con la presencia de los romanos a partir del siglo II d. C, y lo que parece mucho más claro es que este tipo de maquinarias que encontramos en Quiroga responden a la misma tipología que los usados por los romanos en otros lugares de su territorio donde se producía aceite.
El proceso de producción artesanal de aceite en estas tierras tiene lugar entre los meses de diciembre y febrero; una vez realizada la cosecha y preparada la oliva, se muelen las olivas en el molino formado por una piedra redonda vertical que gira sobre una base cóncava del mismo material. La pasta resultante se prensa en capazos de esparto al mismo tiempo que se le añade agua. En un recipiente (decantadora) se recoge el líquido resultante; allí la diferente densidad de los líquidos, hace que se separe el agua del aceite.
La promoción y recuperación de este Producto está impulsada desde el año 2001 por el Ayuntamiento de Quiroga con la celebración de una muestra anual en el contorno del molino de Bendilló secularmente vinculado a la producción artesanal del aceite, normalmente a finales de febrero o principios de marzo dependiendo de la cosecha.
EL CASTAÑO, OTRO CULTIVO MILENARIO SINGULARIZADOR.
La particularidad de la existencia del cultivo de la olivo en la comarca de Quiroga, hay que añadirle otro aspecto que llama poderosamente la atención de algunos científicos: en estas tierras se mezclan desde siempre dos plantas muy dispares, el olivo; propio de terrenos calcáreos y el castaño, propio de suelos ácidos.
Los bosques de castaños forman uno de los paisajes más típicos de algunas parroquias de Quiroga. Este árbol, del que podemos ver ejemplares centenarios por buena parte del Ayuntamiento, siempre estuvo muy ligada a la forma de vida de la mayor parte de los vecinos. Durante muchos siglos, emplearon su madera para calentarse, su fruto para alimentarse y los animales dormían sobre sus hojas. Incluso su flor, a candea, es utilizada por las abejas para la obtención de una miel de color, textura y sabor muy característicos.
Como sucedía con el olivo, non es fácil precisar con exactitud cuando aparecieron los primeros castaños en estas tierras. Por el momento en el que se encontraron pruebas de que las castañas eran utilizadas como alimento en Galicia antes del siglo I d. de C. Aún así sabemos que los romanos eran buenos conocedores de las virtudes del castaño y el valor alimenticio de su fruto y fueron extendiendo por los países y lugares que conquistaban las clases frutales del castaño y las técnicas de cultivo utilizadas en Oriente. Con toda seguridad en esta comarca ya habría castaños de los denominados espontáneos y no cultivados, pero cabe pensar que las variedades que dan buenas castañas habían sido introducidas por los romanos.
En Galicia, a partir de la romanización, el cultivo de la castaña se extendió hasta llega a ocupar casi toda a región convirtiéndose en un alimento básico, hasta que en el siglo XVIII irrumpiría con notable éxito el cultivo de la patata y el maíz, ocupando tierras que antes tenían castaños y dando lugar a un cambio de hábitos alimenticios.
La medida que se extendió el cultivo de la patata y los cereales, el castaño fue retrocediendo, refugiándose en zonas del interior de Galicia como O Caurel, Quiroga, Trives y os Ancares, donde se mantiene hasta la actualidad.
Romería popular de mucha tradición y arraigo en toda la Comarca de Quiroga con una antigüedad que probablemente nos remonte a hace más de tres siglos.
Las actividades religiosas se inician el día 30 de agosto, con la celebración de un novenario en honor a la Virgen de los Remedios; todos los días a partir de las 19:30 h. se congregan multitud de personas procedentes de todo el valle para asistir al rezo del rosario, la celebración de la eucaristía y finalmente la novena propiamente dicha, con un rosario para cada día. El texto que se recita en la novena también se transmitió a lo largo del tiempo con pocas variaciones y finaliza con una canción interpretada por hombres y mujeres de A Ermida, de la que se desconoce su origen, pero que también se pierde en el tiempo. El día 7, último del novenario, la Virgen es conducida en procesión por las calles de A Ermida acompañada por multitud de fieles.
La fiesta de componente lúdico, arranca en el campo de la fiesta la tarde del día siete con un evento gastronómico a base de tocino o sardinas financiado por la comisión de fiestas. Es propio, también que los romeros que acudirán a las celebraciones del día 8 vengan ya a cenar en el campo de la fiesta, la víspera del día grande.
El día 8 de septiembre, se celebran misas durante toda la mañana, aunque el acto central es a partir de las 13:00, y tiene una doble vertiente: la religiosa e la pagana. Consta de una misa solemne, en la que la Virgen sale nuevamente en procesión por las calles de A Ermida. En esta procesión participan miles de personas llegadas de toda la Comarca de Quiroga y zonas limítrofes como Valdeorras, Trives y Monforte de Lemos. Acompañan a la Virgen devotos ofrecidos cubiertos con una tela blanca o descalzos, devotos sin más, curiosos, etc. Pero donde se mezcla la tradición cristiana con la pagana es en la participación en este recorrido por las calles del pueblo de dos figuras mágicas y presentes en la tradición desde hace varios siglos: El Meco (o Felo) y las Pampórnigas. El primero es una figura legendaria que algunos creen que personifica al demonio, lleva traje rojo, careta y antorcha de tojos. Las Pampórnigas; son dos gigantes, que representan a un hombre a e a una mujer. El cortejo formado por los gigantes y el Meco, marchan en cabeza durante el recorrido de la procesión para acabar haciéndole una reverencia a la Virgen en su regreso al interior del templo. En este momento se retiran las Pampórnigas y empieza el espectáculo del Meco en el patio de la iglesia, en un intento por evitar que los hombres presten atención a la liturgia propone un juego que también se pierde en años y años de tradición: armado con su antorcha de tojos tratará de defenderse de los golpes que le propinen los participantes, en la molida (cojín situado en la parte posterior de la cabeza), que para tratar de distraer su atención arrojan monedas al suelo para que éste tenga que agacharse a recojelas.
La antigüedad de esta figura es difícil de precisar con exactitud, hay historiadores que apuntan a la existencia de documentación que remontaría su aparición a los primeros años del siglo XVI (año 1604, Xosé Manuel Blanco), el estudio de estos datos que vinculan la presencia del tipo de máscara demoníaca del meco con las aparecidas en muchas procesiones de Corpus, aún está sin publicar.
En este día, multitud de familias y grupos de amigos comen y cenan en el campo de la fiesta de A Ermida desde hace muchísimos años. Esta tradición, que ya nadie recuerda cuándo empezó, se refuerza más cada año y durante los días 7, 8 y 9 de septiembre el campo de la fiesta de A Ermida se convierte en un pequeño pueblo provisional.
Durante el día 9, se repiten los actos del día 8.